viernes, 7 de marzo de 2008

Un día como cualquier otro

Era un día como cualquier otro. Me levanté por la mañana y tras una ducha y un buen desayuno me dispuse a salir a pasear con mi mujer y mis tres hijos, aprovechando que hoy no tenía que ir a trabajar. Andábamos tranquilamente por la calle, cuando de repente un todo terreno gris plateado se detuvo a nuestro lado. De él salieron dos hombres encapuchado y nos cortaron el paso. Uno de ellos sacó un arma y empezó a disparar.
Sentí como las balas ardiendo penetraban en mi cuerpo. Sentí una mezcla de frío y calor. Sentí como la sangre se derramaba por mi cuerpo y la vida se esfumaba con ella.
En la lejanía escuché los gritos desesperados de mi mujer y el llanto de mis hijos. Y tras la oscuridad vino la luz... Ahora nadie puede escuchar mis gritos de indignación, nadie podrá llenar ese vació que mi ausencia ha dejado, nadie podrá borrar las imágenes que han quedado grabadas en las mentes de mis seres queridos... Nadie podrá volver atrás e intentare impedir que esta gran injusticia sea cometida.
Desde la lejanía solo pido que os unáis todos para terminar con esto. Por mi, y por todos aquellos que han sido asesinados.

3 comentarios:

Tarn dijo...

A ver si por lo menos se consigue un poco de unidad y se consigue acabar de una vez con esos cobardes hijos de puta.

Thiago dijo...

Muy emocionanto post, Peter..! Realmente me ha gustado (aunque no es la palabra mas adecuada).

A mi lo que me resulta increible es como esos tipejos pueden pensar todavia que van a conseguir algo asi...! Me tiene alucinado, o son completamente gilipollas o no lo entiendo.. Y mira que lo intento..! ay que pena!

Anónimo dijo...

Es un relato escalofriante, espero que algun dia se termine.